http://www.youtube.com/watch?v=Fzdak66A4jM&feature=channel
Lionel Andres Messi
domingo, 1 de agosto de 2010
¿Y qué?
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Off-Side - Uno.
En el mundo hay miles de lugares para encontrar al amor de tu vida. Colegio, club, fiestas, cumpleaños. Claramente, un aeropuerto no es un lugar habitual para esas cosas. Pero bueno, las cosas habituales nunca encajarán con el estilo de vida de Julieta.
Julieta es petiza para sus diecinueve años. Su pelo castaño claro cae elegantemente por toda su espalda. Sus ojos miel observan atentamente cada movimiento a su alrededor. El aeropuerto está lleno de gente, y tiene miedo de perder a Natalia, su mejor amiga que la acompañó en su travesía. Hace una hora y media que están esperando, y el cansancio aparece, junto con la desesperanza.
Las dos se sientan cerca de una valla improvisada. Julieta mira la hora en su celular y bufa intensamente. Su flequillo recto vuelva y vuelve obediente a su lugar. Nati le sonríe.
- ¿Te cansaste de esperar gorda? – Julieta levanta la mirada ante esa pregunta. Y se cruza con los ojos verdes de su amiga, que brillan como nunca.
- No aguanto más, ¡quiero que lleguen! – las dos se ríen y comparten una botella de agua mineral. Minutos después, empieza el revuelo. Las dos instantáneamente se paran y se pegan a la valla.
Los gritos son ensordecedores, casi insoportables. A Julieta el corazón le late como nunca, y le duelen los labios de tanto sonreír. Natalia salta en su lugar aunque todavía nadie se haga presente. Y no, no es que esten locas. Tantas horas de espera y tanto griterío tienen su explicación: esa tarde estaban llegando al país dos jóvenes promesas del fútbol: Francisco Moreno y Lucas Mansilla.
Julieta suspiraba por Francisco desde que tenía catorce. A Natalia Lucas le gustaba, y por eso le hizo la gamba y la acompañó al aeropuerto. El lío aumentó cuando los vieron llegar. Los dos ocultando sus caras de dormidos detrás de unos lentes de sol. Los dos luciendo jean, remerita y campera deportiva. Las mujeres presentes se cansaron de gritar sus nombres, y los de seguridad de pedirles que se calmaran.
Los chicos fueron acercándose a la valla, con la intención de saludar a las presentes. Pero los de seguridad les pidieron encarecidamente que lo hicieran desde lejos. Julieta gritó con todas sus fuerzas y se le escaparon unas cuántas lágrimas. No podía hacer nada más que mirar a Francisco y llorar. Natalia, al ver que su amiga estaba totalmente idiotizada, le sacó de las manos la cartulina que Juli había hecho y le gritó a Francisco para que la agarrara. El chico, totalmente sorprendido, la atrapó en el aire y le sonrió. Los gritos aumentaron y empezaron a volar peluches, cartas y hasta avioncitos con números de celulares escritos dentro.
Ezeiza comenzó a despejarse un rato después de que los muchachos se perdieron de vista. Julieta y Natalia estaban ahí todavía buscando un baño para la segunda, y mirando en la cámara las fotos que habían podido sacar.
- No lo puedo creer, Nati – la voz de Julieta era casi inaudible después de tanto gritar – Lo ví, ¿entendes? Y tiene mi cartel, mi carta, ¡sabe que existo! – la gente a su alrededor las miraba sonriente porque tenían la cara pintada de Celeste y Blanco y camisetas de iguales colores.
- Bueno, bueno, recordemos gracias a quién Fran tiene todo eso… - Nati seguía buscando el baño y se reía de su amiga.
- Sí, tenes razón. Pero… ¡anda a saber si la lee! Capaz que piensa que eras vos la que le escribió…
- Callate, Julieta, ¿sí? Por lo menos la tiene, y hay más posibilidades de que la lea que antes. ¡Ahora ayudame a encontrar el baño!
Las dos caminaron sin rumbo por el gigantesco aeropuerto. Julieta seguía mirando embobada las fotos de su cámara una y otra vez. Hasta que se chocó con el cuerpo de su amiga que había frenado su caminata y estaba parada frente a un cartel.
- Gorda, ¿qué pasa?-
- Ju, mirá ese cartel – Natalia sonrió como si fuera su cumpleaños.
- ¿Qué? – Julieta la miró sin entender para después divisar el cartel y quedar con la boca abierta – No…
- ¿Cómo que no? ¡Vamos! – La primera tomó del brazo a la segunda y la obligó a cruzar la puerta que las separaba del VIP. Se encontraron con un pasillo largo, como de consultorio. No había nadie a la vista así que siguieron atravesándolo.
- Nati, pará, pará – Julieta hablaba en susurros para no llamar la atención – ¡Nos van a pescar y vamos a terminar en cana!
- ¿Y para que estás vos, nena? ¡Dos años de derecho te tienen que servir para algo! – dicho esto siguió caminando. Julieta la siguió muerta de miedo. Cuando creyeron llegar al final del pasillo, encontraron a un hombre de seguridad custodiando una puerta. Julieta quiso dar media vuelta y volver, pero el hombre fue más rápido y las vio.
- Disculpen Señoritas, ¿a dónde iban?
- Hola, buenas tardes, estamos buscando la sección VIP – Natalia fue, es y será una cararota tremenda - ¿es ésta?
- Sí, ¿las tarjetas por favor? – el hombre nunca dejó de mirarlas con desconfianza. Digamos que la cara pintada y la camiseta las delataban un poco.
- ¿Tarjetas? ¿Qué tarjetas? – Natalia es cararota pero para actriz no sirve. Julieta está a punto de entrar en crisis y no sabe qué hacer para remarla.
- Señoritas, sin tarjetas no pueden acceder a esta sección del aeropuerto. Asi que les pido, por favor, que se retiren.- terminó de decir eso y les señaló el pasillo. Pero Nati no se iba a dar por vencida.
- Bueno, está bien. No tenemos las tarjetas, es verdad. Pero vinimos hasta aca para verlos a Lucas y a Fran. ¡Estamos esperando aca desde hace dos horas, los queremos saludar nada más! – Julieta comprendió que debía seguirle el juego a su amiga. Hacerse las pobrecitas era una buena opción.
- Entiendo, señoritas. Pero el acceso a esta zona es restringido, no pueden pasar.
- ¿Y si salen ellos? – la voz rasposa de Julieta se hizo presente – o que se asomen, nada más. ¡Por favor, hace cinco años que espero para verlo a Francisco! Es un segundo nada más – Un puchero efectivo y ojos llorosos. Suficiente para ablandar a cualquiera.
- Déjenme ver que puedo hacer – el hombre se dio vuelva y habló por handy con otra persona. Natalia y Julieta se miraron sonrientes: no podían creerlo.
- Nati, si esto llega a pasar, voy a deberte la vida – Julieta no paraba de mirar por la puerta de vidrio para intentar visualizar a Francisco.
- Si esto llega a pasar, te voy a odiar de por vida por convencerme de pintarme la cara, ¡mira lo que parezco!
El hombre de seguridad volvió y les abrió la puerta. Les pidió que esperaran en esa salita hasta que los chicos salieran. Julieta pensó en desmayarse, pero se dio cuenta que sería poco productivo. Natalia y ella se sentaron en los sillones y no pararon de sonreír. De un momento a otro, vieron como Lucas atravesaba la puerta, entre divertido y confundido. Nati no perdió ni un segundo y se puso de pie. Julieta no reaccionaba.
- Hola, soy Natalia – la sonrisa aumentaba a cada momento.
- Hola, Lucas – y el pobre seguía sin entender cómo habían llegado ahí.
- Ay, sí, se quien sos ¡vine a verte a vos! – Natalia y su sinceridad aplastante- No se si nos viste. Yo soy la que le tiré la cartulina a Fran
- ¡Ah, sí! ¿La de la cartulina con la carta, no? ¿Julieta era?
- Sí, Julieta es ella – y señaló a su amiga, que seguía sentada y sin reacción – está en shock todavía. Está enamorada de Fran desde que tiene 14 años.
Lucas se rió y caminó hasta donde estaba Julieta. Ella lo saludó y le pidió un abrazo. Natalia y él se rieron.
- ¿Y cómo consiguieron pasar acá?
- Estabamos buscando el baño y encontré la puerta al VIP. Pero al final del pasillo nos encontramos con el tipo de seguridad que no nos dejaba pasar, pero al final le contamos que estabamos aca desde hace como dos horas y le puchereamos un rato, y nos dejó pasar – Nati le hablaba como si lo conociera de toda la vida.
- ¿Dos horas hace que están aca? ¡Que aguante che! – Lucas era un chico humilde y copado.
- Hace años que esperaba para verlos. Dos horas no es nada – Julieta se sinceró y su cara tomó el color de un tomate. Lucas le sonrió, tierno.
- ¿De acá se van para la concentración? – Natalia seguramente estaba planeando seguirlos hasta allá también.
- No, tenemos un par de días libres. Ahora estamos esperando que nos vengan a buscar. Fran debe estar por salir, estaba hablando con la madre por teléfono.
A Julieta le brillaron los ojos al oír esas palabras. Dos segundos más tarde se le llenaron de lágrimas cuando lo vio llegar. En persona le parecía más hermoso que en la televisión. Morocho, chiquito, de andar desgarbado, ojos oscuros y profundos. Avanzó con toda su timidez hasta donde estaban los demás. Se sonrió con Lucas y se paró en frente de ambas chicas. Julieta se paró instintivamente y lo miró a traves de sus lágrimas. Francisco la miró sorprendia.
- Hola… - lo dijo casi en un susurro - ¿te puedo abrazar?.
Como respuesta, Francisco caminó hacia ella y la envolvió en sus brazos. Lucas se sonreía y Natalia los miraba feliz.
- Hola, soy Natalia – cuando Julieta se separó de Francisco su amiga se presentó – yo soy la que te tiró la primer cartulina, que te escribió ella.
- Ah, sí. ¿Julieta, no? – y miró a la susodicha, que le sonrió y afirmó con la cabeza- Gracias, me encantaron las fotos. La carta no la leí todavía.
- De nada – Julieta seguía con su voz rasposa- quería traerte algo original, y no sabía que. Así que junte un par de fotos de Internet e hice un collage.
- Bueno, muchas gracias – Lucas le sonrió sinceramente, pero casi logra que Julieta caiga desmayada. - ¿Cómo hicieron que las dejen pasar?
- Lo convencieron al guardia porque le dijeron que están aca desde las doce- Lucas parecía un amigo más.
- Y porque le dimos a entender que Juli está enamorada de vos desde los catorce- Natalia intervino chistosa y Julieta volvió a ser un tomate. Francisco la miró divertido, Lucas soltó una risita.
- Che, Fran es viejo para vos, ¡te lleva 4 años! – Lucas quiso hacer que Julieta dejara de desear que la tierra la tragara.
- ¡Para el amor no hay edad nene!- Natalia lo retó sonriente. Julieta la miró con ganas de matarla y volvió su mirada a Francisco, que se reía también.
Las dos chicas se quedaron hablando con Francisco y Lucas hasta que éstos tuvieron que abandonar el aeropuerto. Al despedirse, las invitaron a una fiesta ese fin de semana en un boliche conocido. Natalia se quedó con el celular de Lucas, y Francisco le prometió a Julieta leer su carta.
Después de un abrazo, los chicos se subieron al corolla último modelo que manejaba el hermano mayor de Francisco, y las chicas emprendieron camino, felices, hasta la parada del bondi.
sábado, 24 de julio de 2010
al fin terminé.
Sip. Hoy terminé de escribir tu regalo. Y suena a incoherencia, ¿pero qué me importa? Como dicen Las Pastillas el que no arriesga no gana, pero el que arriesga puede morir por amor. ¿Qué cosa más linda hay en la vida que morir por amor a vos? Nada, nada de nada. Así que no me preocupo por eso. Me faltan terminar algunos detalles, pero será cuestión de semanas para que mi novela viaje hasta tu ciudad natal. Y de ahí no se, quizas tu vieja te la haga llegar. Quizás la tire a la basura y nunca la encuentres. ¿Qué se yo? Al menos yo estoy tranquila porque lo intenté. Y no sabes lo aliviada que estoy. Porque al fin, al fiiiiiiiiiiiiiiiiiiin, hice algo por mí. Y por vos.
martes, 13 de julio de 2010
No pensar.
martes, 6 de julio de 2010
No te Rindas
lunes, 5 de julio de 2010
P u l g a
Auténtica Pasión
Te levantas con el mejor humor del mundo aunque sean las seis de la mañana. Tu compañera de cuarto no está porque ya se fue, así que saltas de la cama-que es cucheta- y prendes la luz. Buscas tu taza, y vas para la cocina. La llenas de leche y la metes dos minutos en el microondas. Mientras esperas el ruidito que te indica que está listo, volves al cuarto para prender la tele – no soportas el silencio- y sacas el frasco de café que ya está por acabarse, y el de edulcorante- la gran ciudad te había contagiado esa costumbre-.
Cuando escuchas el bip buscas la taza, preparas el café y lo acompañas con dos magdalenas caseras que te hizo tu tía. Escuchas el noticiero de la mañana y los nervios empiezan a brotar. Juntas todo y lo dejas en la cocina – ni da lavar los platos a las ahora casi siete de la mañana- buscas tu cartera y el porta mate, te aseguras de tener las monedas para el bondi y cerras la puerta del cuarto.
Bajas los cuatro pisos por la escalera lo más rápido que podes- y casi te cuesta una caída- Salis a la calle y no anda ni el gato. Obvio, pensas. Como el mp3 se te rompió, aprovechas que no hay nadie a tu alrededor y caminas cantando bajito. Llegas a la parada del 111 y asombrosamente viene rápido- pero bueno, recordemos que el día de hoy ya había sido declarado genial por tu inconciente.-
Pones las monedas en la máquina y te reis cuando miras para adelante: viajan sólo cinco personas – y pensar que todos los días, a la misma hora, ese colectivo parece un camión de vacas-
El viaje se hace rápido y te bajas frente a
Subis las seis benditas escaleras despacio y sin protestar, llegas al piso donde está tu aula y ves todo oscuro. Okey, admitilo, te dio un poco de cosa pensar que eras la única boluda que había ido. Pero te tranquilizaste al escuchar las voces de dos de tus compañeras que llegaban detrás tuyo.
Las tres fueron al aula riéndose de ustedes mismas, y tratando de inventar un chamuyo convincente para que la de economía los deje ir antes. Abrieron la puerta y encontraron a otras dos compañeras conversando.
- ¿Vos decís que viene? – siempre tuviste la esperanza de que la profesora se quedara durmiendo.
- La mato si nos deja plantados ¡me quedaba en mi cama, calentita, y desayunando! – Dai vivía lejos y odiaba levantarse temprano.
- Mejor si no viene, encontramos mejores lugares en el Bar – Juli siempre estaba contenta y le buscaba el lado positivo a todo.
En la mitad de su debate llegaron dos compañeras con cara de dormidas. Los presentes aplaudieron el nuevo look de una de ellas, y quisieron saber de la noche anterior – porque facebook avisó que ellas dos y otras compañeras irían a un bar a pasar un buen rato-. El problema surgió cuando una de ellas se sacó el saco y dejó al descubierto la camiseta que tenía puesta.
- ¡No, Luly, no! – casi te morís de un infarto. Eras exagerada - ¡la camiseta no, es yeta! – todos rieron.
Ella dio una vueltita y también se rió de tu superstición. Después se unió a su charla/debate sobre la hora de economía.
A eso de las ocho, y después del arribo de sólo dos compañeros del sexo masculino, decretaron que habían esperado mucho tiempo, y que daban por supuesto que la profe no venía. Solución: corrieron al bar para tener los mejores asientos.
Encontraron una mesa justo en frente del TV, así que vos sacaste tu mate para acompañar la previa. Mientras muchas se desvivían por Paoloski, vos estabas atenta a todo, y pedías escandalizada que subieran el volumen de la tele – o en su defecto, que hablaran más bajo, ¡no se puede ver un partido así, che!-
Finalmente, tu reloj marcaba las ocho y media en punto, y los empleados del bar aparecieron totalmente vestidos de celeste y blanco, y equipados con trompetas, matracas, y todo objeto que realizara un poco de ruido – supiste que si en Argentina hubiera vuvuzelas, ellos habrían tenido una también-
Miraste atenta la tele, y te estremeciste al escuchar la voz del Pollo Vignolo que anunciaba que estaba todo listo. Sonreíste como idiota y te comiste las gastadas de tus compañeros de mesa. Escuchaste atenta las formaciones de ambos equipos, y te reíste con el montón al escuchar los apellidos coreanos – que según uno de tus amigos, eran todos iguales-
Soltaste un gritito ahogado cuando apareció Masche en la pantalla, saludándose con Maradona. La gente empezó a aplaudir y vos los imitaste. Buscaste entre el gentió – el de la tele, no el del bar- a esa persona que tenías tantas ganas de ver. Fueron desfilando Higuaín, Demichelis, Jonas, y sentiste miedo de que no lo hayan puesto de titular. Sacudiste tu cabeza porque era absurdo: era el mejor, y estaba anunciado en las posiciones.
Cuando dejaste de pensar boludeces fue que lo viste. Y gritaste, obvio. Con su metro sesenta y pico, su pelo castaño corto, sus ojos profundos y mirada seria. Viste como saludaba a su DT y dejaba al descubierto el diez de su espalda. Aplaudiste como nena porque lo amabas con todo tu ser.
Escuchaste el comienzo del himno, y lo coreaste como casi todos los presentes – en tu facultad siempre había alguien que creía que eso era de barrabrava y merecía deportación- Empezó Argentina-Corea y trataste de abstraerte de todos los comentarios a tu alrededor: para vos era ley no hablar durante un partido, pero tenías que adaptarte a la circunstancia de estar en un bar.
Gritaste el primer gol con toda tu garganta, y te reíste del pobre coreano que quería pegarse un tiro ahí nomas. Tuviste que soportar quegenteconceroculturafutbolistica te discutiera que el gol era de Heinze. Sonreíste triunfante cuando vieron el replay, y el rebote en la pierna coreana.
El entretiempo llegó con tu cambio de humor. Odiaste a Demichelis con todo tu ser, aunque te dio pena su cara de mequieromoriraca.
Los mates y las críticas llenaron los quince de descanso. Le explicaste a un compañero, que poco entendía, qué era el offside y quién era nuestro arquero. Recibiste gastadas porque tu protegido no había hecho un gol, pero vos lo defendiste a capa y espada: con Messi nadie se metía.
Llegó el segundo tiempo y sufriste los primeros diez minutos: parecía que los jugadores coreanos habían tomado Red Bull y tenían alas, porque más que correr, volaban al arco Argentino. Agradeciste tener a Romero y a un Demichellis un poco más despierto. Y obvio, agradeciste a tu Pulga que siempre tiene un as bajo la manga y lleva las jugadas que terminaron con el segundo gol de la fecha, el primero del Pipita. El bar estalló en gritos, ruidos, cantos, aplausos y declaraciones de amor hacia Higuaín. Ocurrió exactamente lo mismo en los dos goles siguientes, pero vos y una amiga coincidieron en algo: el segundo de Pipita era de Messi.
El árbitro decretó el fin del partido y todo fue fiesta. Mientras todos hablaban entre ellos, comentaban el partido o se quejaban porque tenían hambre – de mas está aclarar que los empleados del bar no atendieron a nadie en esos 90 minutos- vos te quedaste mirando la pantalla. Lo viste feliz, abrazandose con Diego como si fuera su padre, y sonreíste como idiota. Sí, lo amabas con toda tu alma. Sí, sabías que eso en la lógica de cualquiera no era normal. Sí, deseabas con toda tu alma estar en Sudáfrica y poder alentarlo como tantos. Sí, odiaste a todas esas pendejas que pusieron en facebook su foto como de perfil sin tener la mas mínima idea de su vida. Sí, sabias que aunque cobrara doscientos pesos por mes lo amarías igual. Porque lo admirabas de verdad. Porque harías cualquier cosa por abrazarlo- incluso tirarte de un palco, pero esa idea ya la usaron y no funcionó- Porque aunque todo el mundo lo alabe él se queda en el molde y se dedica a jugar. Porque el es tu Maradona. TuMessias. Tu pulguita. Porque sabes que va a ganar todas las batallas que luche. Porque sabes que la gente y la suerte lo acompañan. Porque sabes que para vos, Messi no es una moda de selección, es pura y auténtica pasión.
Oye a tu Dios y, no estarás solo
Llegaste aquí para brillar, lo tienes todo.
La hora se acerca, es el momento:
Vas a ganar cada batalla, ya lo presiento.