domingo, 1 de agosto de 2010

¿Y qué?


http://www.youtube.com/watch?v=Fzdak66A4jM&feature=channel

Encontré este video un youtube - cuando en realidad debería estar estudiando comercial para rendir en dos días - y se me movió el piso, la estantería y el armario entero. Me encanta conocer cosas de tu vida, enterarme que eras un alumno vago pero que pasaba, saber que tenías una mejor amiga que te pasaba todo en las pruebas, que protestabas porque no querías ir al colegio y amenazabas con no volver más.

Y es verdad lo que escuché por ahí: vos sos igual en Rosario y en Barcelona, sos igual a los 12 que a los 23 - bueno, estás mas caño, pero en personalidad estás igual - Y de nuevo lo mismo: TODO, todo y un poco más daría por abrazarte, por reirme con vos, por gritarte los goles, por compartir un asado, un café. Por cruzar un par de palabras. Por hacerte saber todo esto a vos.

Siempre está el que no tiene nada más que hacer y te dice: es un pecho frío, es un vendido, es cualquiera, vos estás loca. No me canso ni me voy a cansar de defenderte, no me molesta. Mi vida entera voy a dedicar a defender personas que quizás no conozca mucho o no me despierten ningún sentimiento especial. ¿Cómo entonces no voy a defenderte a VOS que te amo con todo lo que soy?

Te amo, ¿y qué? No me importa que me digan que estoy loca, que no puedo estar enamorada de vos, que es obsesión, que no te quiero a vos sino a tu plata. A palabras necias oídos sordos me dijo siempre mi mamá, y se aplica totalmente a ésto. Yo voy a seguir sintiendo lo que siento, y voy a seguir sonriendo cada vez que te vea en la tele o en un video, y voy a seguir luchando y rompiendo las pelotas para conocerte. Y el día que te conozca - porque no me voy a morir sin hacerlo - te voy a decir todo esto, y voy a poder morir tranquila, ahí si. Te amo pulga atómica. Seguí haciendo de las tuyas, yo siempre te voy a alentar

Off-Side - Uno.

En el mundo hay miles de lugares para encontrar al amor de tu vida. Colegio, club, fiestas, cumpleaños. Claramente, un aeropuerto no es un lugar habitual para esas cosas. Pero bueno, las cosas habituales nunca encajarán con el estilo de vida de Julieta.

Julieta es petiza para sus diecinueve años. Su pelo castaño claro cae elegantemente por toda su espalda. Sus ojos miel observan atentamente cada movimiento a su alrededor. El aeropuerto está lleno de gente, y tiene miedo de perder a Natalia, su mejor amiga que la acompañó en su travesía. Hace una hora y media que están esperando, y el cansancio aparece, junto con la desesperanza.

Las dos se sientan cerca de una valla improvisada. Julieta mira la hora en su celular y bufa intensamente. Su flequillo recto vuelva y vuelve obediente a su lugar. Nati le sonríe.

- ¿Te cansaste de esperar gorda? – Julieta levanta la mirada ante esa pregunta. Y se cruza con los ojos verdes de su amiga, que brillan como nunca.

- No aguanto más, ¡quiero que lleguen! – las dos se ríen y comparten una botella de agua mineral. Minutos después, empieza el revuelo. Las dos instantáneamente se paran y se pegan a la valla.

Los gritos son ensordecedores, casi insoportables. A Julieta el corazón le late como nunca, y le duelen los labios de tanto sonreír. Natalia salta en su lugar aunque todavía nadie se haga presente. Y no, no es que esten locas. Tantas horas de espera y tanto griterío tienen su explicación: esa tarde estaban llegando al país dos jóvenes promesas del fútbol: Francisco Moreno y Lucas Mansilla.

Julieta suspiraba por Francisco desde que tenía catorce. A Natalia Lucas le gustaba, y por eso le hizo la gamba y la acompañó al aeropuerto. El lío aumentó cuando los vieron llegar. Los dos ocultando sus caras de dormidos detrás de unos lentes de sol. Los dos luciendo jean, remerita y campera deportiva. Las mujeres presentes se cansaron de gritar sus nombres, y los de seguridad de pedirles que se calmaran.

Los chicos fueron acercándose a la valla, con la intención de saludar a las presentes. Pero los de seguridad les pidieron encarecidamente que lo hicieran desde lejos. Julieta gritó con todas sus fuerzas y se le escaparon unas cuántas lágrimas. No podía hacer nada más que mirar a Francisco y llorar. Natalia, al ver que su amiga estaba totalmente idiotizada, le sacó de las manos la cartulina que Juli había hecho y le gritó a Francisco para que la agarrara. El chico, totalmente sorprendido, la atrapó en el aire y le sonrió. Los gritos aumentaron y empezaron a volar peluches, cartas y hasta avioncitos con números de celulares escritos dentro.

Ezeiza comenzó a despejarse un rato después de que los muchachos se perdieron de vista. Julieta y Natalia estaban ahí todavía buscando un baño para la segunda, y mirando en la cámara las fotos que habían podido sacar.

- No lo puedo creer, Nati – la voz de Julieta era casi inaudible después de tanto gritar – Lo ví, ¿entendes? Y tiene mi cartel, mi carta, ¡sabe que existo! – la gente a su alrededor las miraba sonriente porque tenían la cara pintada de Celeste y Blanco y camisetas de iguales colores.

- Bueno, bueno, recordemos gracias a quién Fran tiene todo eso… - Nati seguía buscando el baño y se reía de su amiga.

- Sí, tenes razón. Pero… ¡anda a saber si la lee! Capaz que piensa que eras vos la que le escribió…

- Callate, Julieta, ¿sí? Por lo menos la tiene, y hay más posibilidades de que la lea que antes. ¡Ahora ayudame a encontrar el baño!

Las dos caminaron sin rumbo por el gigantesco aeropuerto. Julieta seguía mirando embobada las fotos de su cámara una y otra vez. Hasta que se chocó con el cuerpo de su amiga que había frenado su caminata y estaba parada frente a un cartel.

- Gorda, ¿qué pasa?-

- Ju, mirá ese cartel – Natalia sonrió como si fuera su cumpleaños.

- ¿Qué? – Julieta la miró sin entender para después divisar el cartel y quedar con la boca abierta – No…

- ¿Cómo que no? ¡Vamos! – La primera tomó del brazo a la segunda y la obligó a cruzar la puerta que las separaba del VIP. Se encontraron con un pasillo largo, como de consultorio. No había nadie a la vista así que siguieron atravesándolo.

- Nati, pará, pará – Julieta hablaba en susurros para no llamar la atención – ¡Nos van a pescar y vamos a terminar en cana!

- ¿Y para que estás vos, nena? ¡Dos años de derecho te tienen que servir para algo! – dicho esto siguió caminando. Julieta la siguió muerta de miedo. Cuando creyeron llegar al final del pasillo, encontraron a un hombre de seguridad custodiando una puerta. Julieta quiso dar media vuelta y volver, pero el hombre fue más rápido y las vio.

- Disculpen Señoritas, ¿a dónde iban?

- Hola, buenas tardes, estamos buscando la sección VIP – Natalia fue, es y será una cararota tremenda - ¿es ésta?

- Sí, ¿las tarjetas por favor? – el hombre nunca dejó de mirarlas con desconfianza. Digamos que la cara pintada y la camiseta las delataban un poco.

- ¿Tarjetas? ¿Qué tarjetas? – Natalia es cararota pero para actriz no sirve. Julieta está a punto de entrar en crisis y no sabe qué hacer para remarla.

- Señoritas, sin tarjetas no pueden acceder a esta sección del aeropuerto. Asi que les pido, por favor, que se retiren.- terminó de decir eso y les señaló el pasillo. Pero Nati no se iba a dar por vencida.

- Bueno, está bien. No tenemos las tarjetas, es verdad. Pero vinimos hasta aca para verlos a Lucas y a Fran. ¡Estamos esperando aca desde hace dos horas, los queremos saludar nada más! – Julieta comprendió que debía seguirle el juego a su amiga. Hacerse las pobrecitas era una buena opción.

- Entiendo, señoritas. Pero el acceso a esta zona es restringido, no pueden pasar.

- ¿Y si salen ellos? – la voz rasposa de Julieta se hizo presente – o que se asomen, nada más. ¡Por favor, hace cinco años que espero para verlo a Francisco! Es un segundo nada más – Un puchero efectivo y ojos llorosos. Suficiente para ablandar a cualquiera.

- Déjenme ver que puedo hacer – el hombre se dio vuelva y habló por handy con otra persona. Natalia y Julieta se miraron sonrientes: no podían creerlo.

- Nati, si esto llega a pasar, voy a deberte la vida – Julieta no paraba de mirar por la puerta de vidrio para intentar visualizar a Francisco.

- Si esto llega a pasar, te voy a odiar de por vida por convencerme de pintarme la cara, ¡mira lo que parezco!

El hombre de seguridad volvió y les abrió la puerta. Les pidió que esperaran en esa salita hasta que los chicos salieran. Julieta pensó en desmayarse, pero se dio cuenta que sería poco productivo. Natalia y ella se sentaron en los sillones y no pararon de sonreír. De un momento a otro, vieron como Lucas atravesaba la puerta, entre divertido y confundido. Nati no perdió ni un segundo y se puso de pie. Julieta no reaccionaba.

- Hola, soy Natalia – la sonrisa aumentaba a cada momento.

- Hola, Lucas – y el pobre seguía sin entender cómo habían llegado ahí.

- Ay, sí, se quien sos ¡vine a verte a vos! – Natalia y su sinceridad aplastante- No se si nos viste. Yo soy la que le tiré la cartulina a Fran

- ¡Ah, sí! ¿La de la cartulina con la carta, no? ¿Julieta era?

- Sí, Julieta es ella – y señaló a su amiga, que seguía sentada y sin reacción – está en shock todavía. Está enamorada de Fran desde que tiene 14 años.

Lucas se rió y caminó hasta donde estaba Julieta. Ella lo saludó y le pidió un abrazo. Natalia y él se rieron.

- ¿Y cómo consiguieron pasar acá?

- Estabamos buscando el baño y encontré la puerta al VIP. Pero al final del pasillo nos encontramos con el tipo de seguridad que no nos dejaba pasar, pero al final le contamos que estabamos aca desde hace como dos horas y le puchereamos un rato, y nos dejó pasar – Nati le hablaba como si lo conociera de toda la vida.

- ¿Dos horas hace que están aca? ¡Que aguante che! – Lucas era un chico humilde y copado.

- Hace años que esperaba para verlos. Dos horas no es nada – Julieta se sinceró y su cara tomó el color de un tomate. Lucas le sonrió, tierno.

- ¿De acá se van para la concentración? – Natalia seguramente estaba planeando seguirlos hasta allá también.

- No, tenemos un par de días libres. Ahora estamos esperando que nos vengan a buscar. Fran debe estar por salir, estaba hablando con la madre por teléfono.

A Julieta le brillaron los ojos al oír esas palabras. Dos segundos más tarde se le llenaron de lágrimas cuando lo vio llegar. En persona le parecía más hermoso que en la televisión. Morocho, chiquito, de andar desgarbado, ojos oscuros y profundos. Avanzó con toda su timidez hasta donde estaban los demás. Se sonrió con Lucas y se paró en frente de ambas chicas. Julieta se paró instintivamente y lo miró a traves de sus lágrimas. Francisco la miró sorprendia.

- Hola… - lo dijo casi en un susurro - ¿te puedo abrazar?.

Como respuesta, Francisco caminó hacia ella y la envolvió en sus brazos. Lucas se sonreía y Natalia los miraba feliz.

- Hola, soy Natalia – cuando Julieta se separó de Francisco su amiga se presentó – yo soy la que te tiró la primer cartulina, que te escribió ella.

- Ah, sí. ¿Julieta, no? – y miró a la susodicha, que le sonrió y afirmó con la cabeza- Gracias, me encantaron las fotos. La carta no la leí todavía.

- De nada – Julieta seguía con su voz rasposa- quería traerte algo original, y no sabía que. Así que junte un par de fotos de Internet e hice un collage.

- Bueno, muchas gracias – Lucas le sonrió sinceramente, pero casi logra que Julieta caiga desmayada. - ¿Cómo hicieron que las dejen pasar?

- Lo convencieron al guardia porque le dijeron que están aca desde las doce- Lucas parecía un amigo más.

- Y porque le dimos a entender que Juli está enamorada de vos desde los catorce- Natalia intervino chistosa y Julieta volvió a ser un tomate. Francisco la miró divertido, Lucas soltó una risita.

- Che, Fran es viejo para vos, ¡te lleva 4 años! – Lucas quiso hacer que Julieta dejara de desear que la tierra la tragara.

- ¡Para el amor no hay edad nene!- Natalia lo retó sonriente. Julieta la miró con ganas de matarla y volvió su mirada a Francisco, que se reía también.

Las dos chicas se quedaron hablando con Francisco y Lucas hasta que éstos tuvieron que abandonar el aeropuerto. Al despedirse, las invitaron a una fiesta ese fin de semana en un boliche conocido. Natalia se quedó con el celular de Lucas, y Francisco le prometió a Julieta leer su carta.

Después de un abrazo, los chicos se subieron al corolla último modelo que manejaba el hermano mayor de Francisco, y las chicas emprendieron camino, felices, hasta la parada del bondi.